HASTA PRONTO, MARISCAL…
La práctica deportiva y el fútbol particularmente, requieren a lo largo de los años mucho esfuerzo, sacrificio, desempeño de las capacidades técnicas, físicas, personalidad y fuerza interior para la recuperación anímica y psicológica, entre otras cualidades. Sin dudas que podemos resumir todas estas virtudes haciendo foco en la figura de Mauro Bisconti, el excelente volante central de la Liga Cañadense que ha decidido, en base a una determinación muy pensada y meditada, retirarse a los 32 años de la práctica del fútbol después de tanto tiempo de despliegue de buen juego en nuestras canchas, tras vestir las casacas de Sportivo de Las Parejas, Huracán de Bustinza y la de su querido Sport Club Cañadense, institución que lo vio nacer, formarse, salir campeón, y despedirse de los estadios de nuestra región.
Podemos enumerar una a una las características de este muy buen jugador de fútbol: criterioso a la hora de manejar el balón, solidario con sus compañeros y respetuoso de los adversarios, dueño y dominador de la mitad del campo como pocos en nuestra región en base a presencia y categoría, de permanente llegada al área rival y pegada fuerte y precisa. Conocedor como pocos de los códigos y secretos que guarda nuestro “fútbol de campo”.
Más allá de estas y otras innumerables virtudes, quienes conocemos su accionar en el escenario deportivo nos damos cuenta que en él existen otras capacidades que permiten descubrir a Mauro como persona, como hombre de bien; en rigor, actitudes tal vez más importantes que aquellas potencialidades deportivas antes descriptas. Me refiero a esos gestos y actos que atraviesan su perfil de buen tipo, intachable, correcto y educado…
Quien escribe esta nota está relacionado al fútbol de la Liga desde el año 1.982, primero como jugador, luego como periodista, y en todo este tiempo no ha habido ningún hecho que vincule al “5” de Sport con la desubicación, la deshonestidad o la violencia. Sus actitudes siempre han sido las correctas: en los momentos de festejo y esplendor se manifestaba racionalmente, y cuando las circunstancias lo hacían transitar por el camino de la derrota, se amigaba con ella sin dramatizar, sabiendo que lo que él desarrollaba era simplemente un juego que recomenzaría al domingo siguiente con otro rival de turno. En síntesis, un ejemplo a imitar, un caballero dentro y fuera de la cancha, que hacía del respeto y la humildad una forma de vida.
Así, debo decir que estas características pintan de cuerpo entero lo que es M.B. como persona, tal vez mejor que como jugador, ¡y eso ya es decir mucho...! Además, Mauro, en el terreno de juego, era transparente: desde la tribuna esas actitudes no pasaban por alto, siendo virtudes que lo enaltecen como persona de bien.
Seguramente, su figura quedará grabada en las retinas de quienes gustamos del buen fútbol, saliendo a la cancha calzándose el brazalete de capitán y poniéndose como buen líder y caudillo futbolístico, el equipo al hombro. En estos largos años dio todo por su amado Sport Club y por los equipos que le tocó jugar. Sería injusto de mi parte observar de manera especulativa esta decisión, tan pensada por él, aunque por mi cabeza ronde la sensación que aún le quedaba mucho para dar. Tal vez repiense la medida, a sabiendas que este deporte, que otorga muchos espacios para poder desempeñarse, le ofrezca la oportunidad de seguir ligado al fútbol. Como seguramente se la dará su amigo “el Lalo”, aunque sea por unos minutos y para que en su despedida deje por última vez un campo de juego, emocionado, con los mejores y como nunca tan bien merecidos aplausos.
Para él y en su interior guardará los mejores recuerdos, las amistades, los logros obtenidos. Para nosotros, quienes lo apreciamos, la satisfacción de haberlo visto jugar y poder cruzar diariamente su saludo por la calle con un… “hasta pronto, Mariscal
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